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viernes, 21 de febrero de 2020

Ponerles rostro

Ante la cauterización casi generalizada, respecto a estos seres humanos, os pido el esfuerzo de intentar poner un rostro donde ya no hay, ni habrá, sonrisas ni llanto. Esta vez, sólo voy a ser portadora de lo que otros ya han escrito.
Os dejo con esta estremecedora historia escrita por Darío Menor:
"Había nacido en Malí hace 14 años y era un buen estudiante. 
No contaba con un visado que le permitiera entrar en Europa, pero estaba convencido de que su mejor salvoconducto iba a ser su boletín de notas. Cuando los europeos comprobaran cuánto se había esforzado en matemáticas y lo bien que se le daba la física, tal vez le dejaran quedarse con ellos y emprender una nueva vida en el Viejo Continente. Un sueño lejos de la miseria de casa. 
Para evitar perder el expediente durante los más de 3.000 kilómetros que le quedaban de viaje o que se lo robaran los ladrones y traficantes, el muchacho lo escondió en un bolsillo secreto que cosió a su chaqueta. Ahí permanecería hasta que llegara la hora de sacarlo a la luz con cierto orgullo delante de un funcionario encargado de inmigración. Le haría ver que él era un chico trabajador y serio, digno de que se fiaran de él y de que le dieran una oportunidad en la tierra de los ricos. No fue ningún policía quien encontró el boletín. 
El Mundo
Lo halló la médico forense italiana Cristina Cattaneo cuando, con su equipo del Laboratorio de Antropología y Odontología Forense de Milán (Labanof), realizó las autopsias a los inmigrantes que fallecieron en la barcaza naufragada el 18 de abril de 2015 en el Canal de Sicilia. Más de mil personas murieron en aquel desastre. 
Es una estimación según el testimonio de los supervivientes, pero nunca se sabrá el número real de desaparecidos. Entre los 528 cuerpos sin vida que Cattaneo y sus colaboradores examinaron cuando las autoridades italianas consiguieron sacar del agua la barcaza naufragada, estaba el del adolescente de Malí.

Cattaneo, médica forense
 «Aquel día todos nos quedamos impresionados por un cadáver en particular. Se notaba que pesaba menos que el resto. Cuando abrimos el saco mortuorio vimos que se trataba de un cuerpo cuyas articulaciones casi se habían convertido ya en un esqueleto. Estaba vestido con chaqueta, chaleco, camisa y pantalones vaqueros», cuenta la forense en ‘Naufraghi senza volto. Dare un nome alle vittime del Mediterraneo’ (Naúfragos sin rostro. Dar un nombre a las víctimas del Mediterráneo), el libro recién publicado en Italia por Raffaello Cortina Editore"