miércoles, 7 de junio de 2017

TAUROMAQUIA


Hoy, en mi correo electrónico, me ha entrado una notificación del área de cultura de mi ayuntamiento, ya que estoy suscrita a las notificaciones de actos culturales. Y, en dicho correo, había un cartel anunciando la próxima novillada. O sea, una corrida de toros. Y se ve en el cartel, cómo no, al toreo toreando, y al toro embistiendo al capote, con una banderilla ya clavada en los lomos, o médula...
Y me ha dado pena. Y he respondido, con todo respeto, al responsable de comunicaciones que para mí, eso no es cultura; es CONTRA-CULTURA. 

Recuerdo, hace ya bastantes años, en un viaje que hice por Grecia, que fui a ver el palacio de Knossos, testigo ocular, y fiel, de la civilización minóica. 

Era fascinante ver todo lo que todavía queda en pie gracias al descubrimiento de sir Arthur Evans en el año 1900. 
Casi 5.000 años después (muchísimo tiempo), los murales, fieles testigos nos cuentan los inicios de la tauromaquia. 
Un arte, el hombre (y la mujer también), frente al toro. Sin armas. Un tú a tú, en el que el atleta se enfrentaba al toro, con sus acrobacias y sus cuerpos atléticos (la taurocatapsia).
Ha ido pasando el tiempo, y con él, culturas y civilizaciones... 
Quizá el Circo romano, salpicó de sangre nuestros gustos. Y hoy, no es un césar el que con el pulgar decide si se le perdona la vida al esclavo, o al gladiado. Es otra "autoridad" quien decide si se entrega al torero el rabo, una o dos orejas. 
¿Podemos clasificar esto en "cultura"? 
¿Cómo nos verán generaciones venideras...?
Ya lo dijo Ghandi: "Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales". 

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